Ana despierta en la oscuridad de su cuarto. No sabe qué hora es.
Puede que sea temprano, puede que sea tarde, pero el sueño ya no está
ahí. Sale de la cama para tomar el celular y ver la hora. Son las 15:10.
Se ha dormido, pero sólo porque esperaba y estaba convencida de que
alguien la despertaría; su madre tal vez, quien le había prometido que
iría a la casa y harían un postre.
Sale de su abitación y se asoma
a la ventana del living. Afuera, hace un día soleado y bello en este
principio de invierno. Pone la pava con agua a calentar. Va a
desayunalmorzar mates, sólo porque no hay nada para comer en esa casa.
Su madre le había prestado dinero hace un par de días, para que se
alimente, y alimente a sus mascotas, ya que Ana está sin dinero. ¿Pero
qué importa el dinero? Ella preferiría estar acompañada que tener dinero
para embriagarse y drogarse. Deja el dinero intacto. Sólo alimenta a
las mascotas, pero ella... ella prefiere toma mates. Se niega sola a ir
al negocio a hacer compras y cocinar. ¿Cocinar para quien? ¿Para ella
misma? Siempre ha odiado eso, le parece absurdo cocinar y cocinar, poner
la mesa, y todo para comer sola en una mesa de comedor grande. Ese
comedor ahora está lleno de cosas de trabajo, pinturas, basura, polvo, y
las materias fecales que los perros recién dejaron. ¿Quien va a comer?
Nadie. Entonces, el comedor no existe.
La verdad es que... Ana
odia la soledad. Suele llorar todos los días. Experimenta esa soledad
desde que tiene 13 y sus padres se divorciaron. Han pasado 7 años. Ella
ya es mayor de edad, y desde adolescente afirma que ella no tiene
familia ya. Su padre ya tiene su pareja y forman una familia. Su madre
también tiene su pareja y sus proyectos. Cada uno hizo su vida, y ella
quedó sola en esa casa en la que vive hace 15 años, y ve cómo através
del tiempo a comenzado a caerse en pedazos.
Su padre le ha dicho
muchas veces que se mude con él. Que su vida iba a cambiar, que iba a
ser un ritmo distinto pero ya no estaría sola. Ella siempre le agradeció
por el apoyo y la ayuda, pero nunca se iría a vivir con él. Él tiene su
vida, ella la suya, y no iría a vivir con él y su familia, nunca.
La
abuela también le ha ofrecido a vivir con ella. Pero la abuela nunca la
dejaría ser. Ana es una mujer a la que le gusta la libertad aunque cree
que la libertad no existe. Desde que tenía 14 años ella ya escapaba de
su casa, y lo hacía sin sentido alguno, porque su madre (vivían juntas)
no la controlaba.
Hoy Ana hace lo que ama, estudia una carrera que
la excita, pero ha perdido la motivación, y sus notas han caído.
Fantasea con un brebaje que la haga dormir para siempre. Porque si bien,
ha dormido 9 horas hoy, nadie la ha despertado, pero aun así se siente
cansada. Ella no sabe a dónde ir, no tiene contención, y detesta pensar
en eso. Detesta que sus lágrimas vengan todo el tiempo. Quiere un
brebaje... ese brebaje que la haga dormir por siete décadas.